La segunda razón de lo afirmado al principio la da el hecho de que, si bien el plato fuerte (y principal) lo brindaba la carrera, no era para nada el único show que se vivió. Como en pocos espectáculos había lugar para todo y para todos: hombres, mujeres y niños, todos tenían alguna razón para ser parte de la “gran fiesta”, aunque a muchos la carrera les hubiera importado poco ó nada. Algunos iban simplemente para aprovechar y tomar sol, otros para vender sus productos (que iban desde salames ó quesos de Colonia Caroya, pasando por souvenirs de los pilotos y marcas participantes, hasta juguetes para los más chicos que nada tenían que ver con la competencia).
Dentro de éste marco lo más impresionante fue el interminable desfile de parrillas con los tipos más variados de asado, cuyo humo anuló al de la nafta de los coches que corrían. Cuadras y cuadras de asadores cuyo sólo aspecto permitía determinar que el producto que se exhibía en éllos era de una calidad soberbia (y pensar que un tiempo antes había escuchado un tango en el que se pintaba –cuándo no?- de manera sombría la paulatina extinción del ritual del “churrasco dominguero” , que otrora fuera ley en nuestro medio . Afortunadamente, al menos en ésta ocasión la temida premonición del tema musical no se confirmó, si no miren las fotos de las interminables imágenes que, como la adjuntada, se observaban en el perímetro del autódromo).
Tán completo fue el show que hasta la nostalgia tuvo su segmento , el cual estuvo representado por los autos antiguos y especiales que brindaron su colorido y espectacular desfile en el intermedio entre la carera del TC Pista y la final del TC grande , como si por ésos breves minutos se hubiera entrado en el túnel del tiempo (los Ford T y la escultural Coupé Dodge GTX –verdadera Venus sobre ruedas- que ilustran éste relato dan prueba de éstas afirmaciones , aunque hubo mucho material más como la réplica del último Falcon que piloteó nuestro recordado Nasif Estéfano , uno de los símbolos que jerarquizaron la fiesta del TC en la Ciudad del Sol) .
Finalmente, constituye una obligación profesional destacar que, tal vez por razones de espacio, no se aclaró debidamente una información, cual fue la evacuación del autódromo. En efecto, los medios mencionaron que se extendió hasta por 5 horas. Debe precisarse que ello es parcialmente cierto (por cuanto muchos se quedaron después de finalizada la carrera a comer el mencionado asado y , tal vez , porqué no , a dormir una siesta antes de retornar a sus provincias de origen – muchos fueron en ómnibus y , obviamente , para manejar siempre hay que estar bien descansado-) , pero también parcialmente errado , por cuanto los que , como mi Padre y yo , decidimos retirarnos ni bien terminó la carrera , sólo empleamos 25 minutos para llegar al centro de la Ciudad . En efecto, a pesar de la innumerable cantidad de autos que salían del autódromo, la evacuación se efectuó en prefecto orden simplemente saliendo todos en el mismo sentido (éste es un aspecto muy importante –y que nuestras autoridades deportivas deberían tener en cuenta a la hora de planificar los rallies que se disputan en nuestra Provincia, tema que amerita una ampliación por separado-). Evidentemente, hasta en el rubro seguridad la carrera aportó material de invalorable utilidad.
En síntesis: Autos y gente de ayer y de hoy unidos en torno a un jugoso y gigantesco asado para brindar por la dicha de la vida y de la amistad. Tradiciones de una Patria que resisten al tiempo y a sus contingencias y distinguen a nuestro viejo y querido TC como una de las categorías más populares del automovilismo mundial, como el NASCAR, el DTM ó el WRC. Quiera Dios en su infinita Misericordia que jamás se pierdan.
Osvaldo Fierro