A propósito de la locomotora que , en 3 fotos ilustra nuestra página , obra del ingenio del sabio Livio Dante Porta , debe indicarse que las mismas fueron tomadas mientras la máquina permaneció en la Estación El Bajo del Ferrocarril Belgrano de San Miguel de Tucumán - Argentina , durante el segundo gobierno del General (RE) Antonio Domingo Bussi (1.995 – 1.999) , tras el cual fue tal vez transportada a Tafí Viejo , donde se está montando un Museo Ferroviario en el que , casi con certeza , quedará expuesta.




Corría octubre de 1.996 y el hoy prácticamente inexistente Predio Ferial Norte, que el gobernador Bussi había inaugurado con gran pompa y orgullo 4 meses antes, atravesaba su período de apogeo. En muchas ocasiones debía hacerse cola para entrar al mismo, que permanentemente era escenario de ferias y muestras organizadas por su propietaria, la FET (Federación Económica de Tucumán). Al finalizar el recorrido por las mismas, la gran atracción estaba en el Museo Ferroviario montado al aire libre en lo que fuera parte de la playa de maniobras de la Estación El Bajo. Allí , resguardada por el techo del andén Este de la estación , se hallaba la “Argentina” , también conocida como “Locomotora Presidente Perón” , obra maestra de Livio Porta , a la que , por sus líneas aerodinámicas de vanguardia para la época en que fuera construída (y aún en nuestros días revolucionaria tecnológicamente hablando) , ninguna mirada podía sustraerse .

Mucho menos pudo pasar inadvertida para mi amiga Marta, quien me acompañaba ésa noche. Cuando nos pusimos al lado de éste coloso de las vías, Marta me preguntó intrigada: -Pero por dónde se sube?- ; a lo que, como buen taficeño (y por lo tanto conocedor - aunque debería ser experto en el tema -) le contesté : - Mirá por dónde lo hago y después seguime - . Ascendí al puesto de mando como lo había hecho tántas veces en mi infancia y mi adolescencia en mi pueblo natal pero no pude completar el ascenso. Justo sobre la boca de la caldera, donde se encuentra la puerta por la cual se introduce la leña, un enorme panal de las temibles abejas africanizadas, con su sola presencia, advertía sobre la conveniencia de no dar ni un paso más y, para quienes indebidamente lo hubieran dado, de no intentar llevarse el tradicional “souvenir” con el que suelen terminar éstas visitas a los museos. El hecho de haber sido de noche evitó una segura tragedia en lo que a mí se refiere (sabemos que las abejas no vuelan en horario nocturno aunque trabajen sin pausa de sol a sol).

Dr. Osvaldo Fierro

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